Recuerdo aquellos días de infancia donde todo era bonito, los sueños parecían tan reales que podíamos convertirlos en realidad tan solo imaginando. Qué bonita e inocente imaginación que nos lleva a conseguir lo que queremos sin salir de un sueño.
Ahora todo cambia, crecemos y nos damos cuenta que los sueños de niños son duros caminos que hay que atravesar, caer para luego levantar, nunca desistir a pesar de los baches.
¿Quién soy y que hago aquí?
Cada persona se define por las metas que logra, por los destinos que escoge y gracias a todo eso fundas tu vida, una vida que no es más que la que tú eliges.
Un camino u otro eso es lo que menos importa, lo importante es llegar y luchar de forma incesante para que al final de todo estés satisfecho y tú trabajo sea reconocido por alguien, para mi entender, muy exigente, que eres tú y sólo tú.
Tú tienes que ser tu propio examinador, nunca conformarse con lo simple sino ir a por todas, la vida nos fue regalada y nosotros tenemos que saber vivirla. Si crees, puedes. Y con actitud positiva y perseverante, siempre es más probable que alcances tus objetivos.
Cada día levantarse con una nueva ilusión, eso es lo que da vida. Tampoco hay que ser rígidos en lo que al destino se refiere, hay que saber que la vida da muchas vueltas y no desaprovechar las oportunidades con las que te va sorprendiendo. Siempre mirando hacia delante, tan sólo mirar hacia atrás para recordar los buenos momentos vividos.
El día a día te va desvelando nuevas pistas y deberás sopesar en tu propia balanza cuál es la más correcta y si realmente tu decisión merece la pena. Esa es mi actitud o por lo menos la que intento adoptar.
Vida solo hay una y tienes que decidir como la quieres vivir. Si quieres algo ir a por ello sin importar el tiempo dedicado ni las trabas que se impongan. Si lo haces estarás satisfecho y si no en un futuro podrás arrepentirte, hay que ser valientes y no conformarse, tenemos que escribir nuestro propio libro de los recuerdos que nos quedará para poder ser recordados siempre.