Pero… ¿Por qué nos afecta tanto? ¿Cómo puede ser que un “NO” tire por tierra un trabajo, una ilusión, un sueño, un sentimiento?
Desde mi punto de vista, el “NO” son los demás, es la representación ilusoria de las empresas, conocidos e incluso en ocasiones amigos y seres queridos. Es entonces cuando cobra vida el “SI”. El “SI” eres tú mismo. Tú te conoces a la perfección, eres consciente de la magnitud de tu “SI”, en mayúsculas. Ese “SI” mayúsculo es tu esencia. No hay ningún “SI” como tú, sino prueba a pedir a un grupo de gente que escriban este adverbio sobre un papel… la forma, el grosor, la caligrafía, la inclinación de las letras… encontrarás matices que diferencien a unos de otros. Pero si observas detenidamente captarás un detalle, algunos se parecerán entre ellos, esos son los “SIES” comunes, y otros escritos en cursiva, en negrita o de colores, son los que se diferenciarán del resto. Los “SIES” por excelencia.
Sin darte cuenta, o quizás si, a lo largo de tu vida has trabajado tu “SI” constantemente. En un comienzo cuando lo pronunciabas cuando eras niño tan solo era un tímido “SI”, o incluso en ocasiones un ininteligible “CHI” ¡Bendita niñez desconocedora del poder que había en ellos! Sin embargo, con el tiempo, ese insonoro adverbio fue ganando contundencia y fuerza, un dominio inigualable.
No obstante, embriagado por la oculta obsesión de crear tu “SI” indestructible, llega el día en el que “SI” y “NO” se ven las caras. “SI” está lleno de ilusión, de ganas, de conocimiento, seguridad, valía… Pero “SI” es consciente que delante de sus ojos puede estar “NO”, él lo sabe y acepta, lo conoce de oídas, sabe que en cualquier momento puede aparecer… pero “SI” ha invertido mucho tiempo y sacrificio, confía en encontrarse a otro “SI” amigo y afable. Sin embargo, sin darse apenas cuenta… “NO” aparece en combate.
En ese mismo instante, aparece otro factor importante, el “¿POR QUÉ?”
¿POR QUÉ NO?
¿POR QUÉ eres así de cruel?
¿POR QUÉ, si he invertido un gran sacrificio?
¿POR QUÉ?
Este “¿POR QUÉ?” es nuestro inconsciente. Había estado ahí latente sin necesidad de dar la cara pues tu “SI” era tan poderoso que no había encontrado el momento de salir y mostrarse.
Tu “¿POR QUÉ?” le pregunta a tu “SI” que ha ocurrido para que “NO” aparezca y te hunda en la más grande miseria.
¿POR QUÉ no has dado el 100%?
¿POR QUÉ no trabajaste o estudiaste más?
“SI”… ¿POR QUÉ me has hecho esto?
Y ese POR QUÉ te va invadiendo, te frustra, te debilita. Tu “SI” se siente confuso y los “¿POR QUÉS?” le acechan cada vez más disminuyendo su espacio vital, su muralla infranqueable se ve amenazada y sientes miedo, soledad, horror…
Y es que ese “NO” malvado, tiene tanto poder, tantísimo poder, que todavía es mucho más fuerte si va acompañado de un punto y final que lo refuerza.
NO.
Quiere imponerse, quiere tener la última palabra.
“NO” es “NO” y no hay más que hablar.
No contábamos con eso… ¡¡Maldito punto y final!!
Y es entonces cuando reaparece tu entrenado “¿POR QUÉ?” que anteriormente te ha juzgado y te ha puesto en entredicho y se pregunta…
¿POR QUÉ quedarse con el punto y final, si existe la opción del punto y seguido?
Y como Ave Fénix que resurge de sus cenizas tu “SI” se deja ver y oír de nuevo y es tal su volumen y su poder, es tanto el entrenamiento que le has dado que decide apostar por ese punto y seguido…
SI.
Y a partir de ahora tú decides si ser “SI” y alimentarlo y educarlo, o ser “NO” y dejarte llevar por el inconformismo y la negatividad.
¿Quieres ser “SI”?