Cada día quién me da fuerzas eres tú…
Y luchas contra la adversidad de un futuro lejano sin pensar en el presente que va pasando. Y en ese momento surges tú, de la nada, que desde un principio ayudaste sin ni siquiera saberlo, es tan difícil contarlo, es tan difícil mirarte a los ojos y demostrarte todo lo que llevo dentro.
Un mundo azul, dónde los príncipes no existen y las princesas, que sí lo son, buscan incesantemente a esa persona que les complemente, pero no es fácil, y más de esta forma y en esta situación.
Un abanico de posibilidades que no te convence, porque tienes muy claro lo que quieres y a quién y por supuesto, quieres conseguirlo, pero repito, es tan difícil demostrarlo cuando ni siquiera encuentras las palabras adecuadas para dirigirte.
Soltura que expresas con todo aquel que no te importa, sin embargo cuando es él cada vez te haces más y más pequeña, no sabes llevar la situación sino que es ella la que te domina.
Lo intentas y lo vuelves a intentar pero se te nubla la mirada y es imposible, sabes que tú no eres igual, no estás en el mismo rango y la situación no acompaña, y cuando quizás encuentras el momento idóneo, no lo aprovechas, te echas para atrás, sientes miedo.
Pero no dejas de intentarlo, al menos con el pensamiento, con tu mirada, por tus acciones, pero no sabes si se da cuenta, es muy complicado demostrar.
Quien no arriesga no gana, pero a veces los dichos son difíciles de llevar a cabo, tan valiente que te crees y luego nada, a la hora de la verdad todos son “peros”.
Con tan sólo una palabra, con una mirada, haces que los días sean llevaderos, el empezar con ilusión todo depende de eso, únicamente de eso…
Sin darte apenas cuenta estás al acecho de todos sus movimientos, no te das cuenta, lo haces de forma inconsciente, porque te importa.
Por eso te doy las gracias, por eso y por muchas más cosas que me demuestras en el día a día pero que todavía no sabes y probablemente nunca sepas…